Uno de los errores más comunes al cuidar plantas en casa es el riego inadecuado. Tanto el exceso como la falta de agua pueden causar daños graves e incluso la muerte de la planta si no se detecta a tiempo. Aunque parezcan problemas opuestos, sus síntomas pueden confundirse fácilmente. En este artículo aprenderás cómo identificar cuándo estás regando de más o de menos y qué hacer para corregirlo a tiempo.
El agua es vital para las plantas, pero no todas necesitan la misma cantidad. Cada especie tiene requerimientos distintos según su origen, tipo de raíz, sustrato, ubicación y época del año. Por eso, más importante que seguir una rutina fija de riego es observar las señales que te da la propia planta.
Riega menos, pero mejor. Aprende a conocer tu planta antes de decidir cuánta agua necesita.
Cuando una planta recibe más agua de la que puede absorber, el exceso se acumula en el sustrato, provocando falta de oxígeno en las raíces. Esto puede llevar a:
- Pudrición radicular
- Aparición de hongos
- Mal olor en la tierra
- Debilitamiento general de la planta
Síntomas de exceso de agua:
- Hojas amarillas, blandas o que se caen fácilmente
- Tallos flácidos
- Manchas negras o marrones en hojas
- Tierra constantemente húmeda o con olor a moho
- Presencia de hongos o moho blanco en la superficie
- Raíces oscuras, blandas o con mal olor (al sacar la planta de la maceta)
El exceso de agua es más común en:
- Plantas en macetas sin drenaje
- Sustratos pesados o compactos
- Ambientes fríos o con poca luz (donde la evaporación es lenta)
- Plantas de crecimiento lento
Cuando una planta recibe menos agua de la que necesita, entra en estado de estrés hídrico. Esto provoca deshidratación, marchitez y en casos extremos, muerte de las raíces.
Síntomas de falta de agua:
- Hojas secas, quebradizas o enrolladas
- Pérdida de turgencia (la planta se ve “desinflada”)
- Bordes marrones o secos en las hojas
- Caída de hojas inferiores
- Tierra completamente seca, que se separa de los bordes de la maceta
Este problema es común en:
- Plantas con mucha exposición solar
- Ambientes muy secos o con calefacción
- Sustratos demasiado ligeros o drenantes
- Personas que olvidan regar con frecuencia
Observar las hojas, el sustrato y el comportamiento general de la planta es la mejor forma de identificar qué le está ocurriendo. No siempre el síntoma más visible (como hoja amarilla) significa exceso o falta de agua: el contexto es clave.
Consejo práctico:
Introduce un dedo en la tierra hasta unos 3 cm.
- Si está muy húmeda, probablemente hay exceso de agua.
- Si está muy seca y polvorienta, necesita riego.
Si detectas exceso de agua, actúa así:
- Suspende el riego inmediatamente.
- Revisa si la maceta tiene orificios de drenaje.
- Si el sustrato está encharcado, saca la planta y revisa las raíces.
- Corta las raíces podridas (blandas, oscuras) con tijeras limpias.
- Trasplanta a sustrato seco, aireado y drenante.
- Deja descansar sin regar por unos días hasta que se recupere.
Si es un exceso leve, solo reduce la frecuencia de riego y deja secar la tierra antes del próximo riego.
Si identificas falta de agua:
- Riega abundantemente hasta que el agua salga por debajo de la maceta.
- Si el sustrato está tan seco que no absorbe bien, remoja la maceta en un recipiente con agua durante 15–30 minutos.
- Pulveriza ligeramente las hojas si la planta lo permite (no todas lo toleran).
- Reajusta la frecuencia de riego según el ambiente.
Si la planta sufrió daño severo, puede necesitar poda de hojas secas para estimular nueva brotación.
No hay una frecuencia universal de riego. Todo depende de:
- Tipo de planta
- Estación del año
- Tamaño de la maceta
- Tipo de sustrato
- Nivel de luz y ventilación
Reglas básicas:
- Las suculentas y cactus necesitan riego esporádico.
- Las tropicales (calatheas, monsteras) requieren riego más regular.
- Las plantas en macetas pequeñas se secan más rápido.
- En invierno se riega menos; en verano, más seguido.
Además de los síntomas visibles, puedes usar herramientas para evitar errores:
- Medidor de humedad de sustrato
- Macetas transparentes (especialmente útiles en orquídeas)
- Calendario de riego adaptado a tus plantas
- Regaderas con pico fino para dosificar mejor el agua
El secreto para tener plantas sanas no está en regar mucho o poco, sino en regar de forma consciente y adaptada. Con observación, paciencia y pequeños ajustes, puedes evitar los extremos y mantener a tus plantas felices y equilibradas.
El agua es vida, pero en su justa medida. Aprende a escuchar lo que tu planta necesita, y ella te lo agradecerá con hojas verdes, raíces fuertes y un crecimiento saludable.