El cambio de maceta es una parte esencial del cuidado de las plantas. A medida que crecen, sus raíces necesitan más espacio, el sustrato se empobrece y el drenaje puede volverse deficiente. Saber cuándo y cómo hacer este cambio puede marcar la diferencia entre una planta sana y una que se estanca o enferma. En este artículo aprenderás a identificar las señales que indican que tu planta necesita una maceta nueva y cómo trasplantarla correctamente sin ponerla en riesgo.
El trasplante no debe hacerse por rutina ni frecuencia fija, sino cuando la planta lo necesita. Algunas señales comunes son:
- Raíces que salen por los orificios de drenaje.
- La planta se seca muy rápido tras el riego.
- Crecimiento lento o detenido sin razón aparente.
- Hojas amarillas o marchitas, a pesar de estar bien regada.
- La maceta se ha deformado o está agrietada.
- El agua pasa directo sin retenerse en el sustrato.
- Raíces visibles en la superficie o en espiral al sacar la planta.
Si observas una o más de estas señales, es probable que tu planta esté pidiendo más espacio.
El mejor momento para hacer el cambio de maceta es a principios de la primavera o en verano, cuando la mayoría de las plantas están en fase activa de crecimiento. Durante el invierno, muchas especies están en reposo, y el trasplante puede ser un estrés innecesario.
Asegúrate de tener a mano:
- Una maceta nueva, de 2 a 4 cm más ancha que la anterior.
- Sustrato fresco, adaptado al tipo de planta.
- Tijeras limpias para cortar raíces dañadas.
- Guantes y una palita, si es necesario.
Evita trasplantar en días muy calurosos o con la planta expuesta al sol directo.
Sigue estos pasos para garantizar un trasplante seguro y exitoso:
1. Riega la planta un día antes
Esto facilitará la extracción de la maceta y reducirá el estrés.
2. Retira la planta con cuidado
Voltea la maceta y presiona los bordes si es de plástico. Si está muy apretada, golpea suavemente los laterales. Nunca tires de la planta desde el tallo.
3. Revisa las raíces
Si están enredadas, sepáralas con cuidado. Corta con tijeras esterilizadas las partes podridas, marrones o con mal olor. Las raíces sanas son blancas o beige claro.
4. Prepara la nueva maceta
Coloca una capa de drenaje al fondo (piedras, arcilla expandida o trozos de cerámica) y luego una capa de sustrato.
5. Coloca la planta
Ubícala en el centro de la maceta y rellena con sustrato fresco, presionando levemente para que no queden bolsas de aire.
6. Riega moderadamente
Después de trasplantar, riega solo lo necesario para asentar el sustrato. Evita empapar, ya que las raíces recién manipuladas están sensibles.
Durante las primeras semanas después del trasplante:
- Coloca la planta en un lugar con luz indirecta.
- Evita fertilizar durante al menos 3 semanas.
- Observa sus hojas y riega solo cuando el sustrato esté seco.
Es normal que algunas plantas sufran una ligera “desaceleración” después del cambio, pero si se han hecho bien los pasos, pronto retomarán su desarrollo.
El tipo de maceta puede influir en la salud de la planta. Algunas recomendaciones:
- Barro o terracota: transpiran bien, ideales para suculentas.
- Plástico: retienen más humedad, útiles para plantas tropicales.
- Cerámica esmaltada: decorativas, pero asegúrate de que tengan buen drenaje.
- Tela o geotextil: permiten excelente aireación, usadas en huertos urbanos.
Siempre asegúrate de que la nueva maceta tenga agujeros de drenaje.
Algunas plantas prefieren espacios reducidos para florecer, como las orquídeas, violetas africanas o sansevierias. En estos casos, cambia de maceta solo si hay problemas de raíces o si el sustrato ya no sirve.
Además, hay especies que se benefician de la división durante el trasplante, como los helechos o calatheas. Si lo haces, asegúrate de que cada división tenga raíces sanas.
Cambiar de maceta no solo da más espacio a las raíces, también renueva el entorno de la planta, mejora la aireación y permite un nuevo comienzo. Observar, elegir el momento adecuado y trasplantar con cuidado hará que tu planta crezca más fuerte y feliz.
Con práctica, esta tarea se vuelve sencilla y muy gratificante. Y recuerda: cada trasplante exitoso es una nueva oportunidad de ver tu planta florecer con más vigor.